martes, 12 de julio de 2011
UNIÓN EUROPEA
La Historia de la Unión Europea hace referencia a los hechos políticos que han afectado a esta organización. La historia de los diversos estados que la componen es tratada de manera separada dentro de cada país.
La Unión Europea es una entidad geopolítica que cubre una gran parte del continente europeo. Se basa en numerosos tratados y ha sido objeto de ampliaciones que han llevado de 6 estados miembros originalmente a 27 en 2007, la mayoría de Estados en Europa.
Sus orígenes se remontan al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, en particular la fundación en 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en París, tras la "declaración Schuman", y a los Tratados de Roma, el constitutivo de la Comunidad Económica Europea y el de la Comunidad Europea. Ambos organismos son ahora parte de la Unión Europea, que se formó bajo ese nombre en 1992.
A partir de los años 1960, Bruselas se ha consolidado como la capital de facto de la UE, lo que ha llevado a la creación del denominado Barrio europeo de esta ciudad.
Evolución territorial de la Unión Europea.
t Impulsado por Richard Coudenhove-Kalergi, fracasó debido a la rivalidad entre Alemania y Francia. Pretendía asentar una federación de carácter paneuropeo que previniera los conflictos internos del continente, así como la creación de vías de resolución pacífica de controversias entre los países europeos.
Proyecto Stresemann: Aspiraba a reintegrar a Alemania en la sociedad internacional. Gustav Stresemann, Ministro de Exteriores, consiguió incorporar a su país en la Sociedad de Naciones (SDN) en 1926.
Proyecto Briand: La idea del primer ministro francés, Aristide Briand, no fue propuesta en un discurso en la asamblea de la SDN en 1929, se centraba en conseguir superar la rivalidad franco-alemana mediante la creación de un eje entre ambos países, que permitiera articular una Unión Europea que previniera un nuevo conflicto. Proponía como principal objetivo la creación de una federación de naciones europeas que buscase la cooperación política y social, así como el crecimiento de la economía.
Grandes zonas de Europa habían sido unificadas por imperios construidos por medio de la fuerza, como el Imperio romano, el Imperio franco, Sacro Imperio Romano, el Primer Imperio Francés y la Alemania nazi. Algunas uniones dinásticas proporcionaron medios pacíficos para una cierta consolidación de los territorios europeos, aunque también, en menor medida, uniones a nivel de país, como la República de las Dos Naciones, Imperio austrohúngaro y el Imperio otomano.1
En gran parte debido a los efectos devastadores de la guerra varios personajes contemplaron la idea de una cierta forma de Europa unificada, en particular, William Penn, Victor Hugo, Richard Coudenhove-Kalergi y Giuseppe Mazzini. Estas ideas tomaron mayor impulso en Europa Occidental tras la Primera Guerra Mundial, con la pérdida masiva de vida que conllevó, pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que se dieron pasos reales. El impacto devastador de las guerras mundiales no crearon tal efecto ideológico en Rusia, tal vez porque se adhería a una ideología propia, la del comunismo.
Un ejemplo de una organización formada entre las dos guerras para promover la idea de la Unión Europea es la Unión Internacional Paneuropea.
La primera Guerra Mundial, y sus nefastas consecuencias, marcarían el inicio del proceso de cooperación y, más tarde, integración de la futura Unión Europea. El conflicto supondría el asentamiento de la voluntad de crear un ambiente en el que no fueran posibles los conflictos bélicos dentro del continente. De esta manera, sería en este periodo cuando surgirían las primeras iniciativas, que poseían un carácter privado.
Así por ejemplo, el Tratado de Locarno firmado por Bélgica, Gran Bretaña, Italia y Alemania en 1925 para fijar las fronteras occidentales alemanas. Ha de destacarse el llamamiento que se hace a la solución pacífica de los conflictos entre naciones.
Todos estos esfuerzos no tendrían un resultado práctico, más allá de dejar testimonio del surgimiento de una voluntad por parte de reducidos grupos de élites, y que ninguno de ellos tendría repercusión efectiva, por lo menos a corto plazo. Ello es debido al radical desplome que supone la Gran Depresión, así como la aparición y auge del fascismo y el nazismo, cuyos planteamientos teóricos chocaban contra la concepción de cooperación y confraternización entre los estados europeos.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, las economías de los países de Europa salieron dañadas de manera crítica, lo que dio fin a la tradicional hegemonía europea en el mundo. Las dos nuevas superpotencias - Estados Unidos y la Unión Soviética - tenían un poder económico, político y militar superior al del conjunto de los estados europeos.2 Ante esta situación, numerosas tendencias políticas pretendían reconstruir Europa como una nueva nación unificada, para evitar volver a un enfrentamiento entre los estados europeos. Las dos guerras mundiales se habían iniciado como conflictos europeos y, por ello, el continente había sido el principal campo de batalla.
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