miércoles, 10 de abril de 2013

LABORATORIOS NATURALES EN NUESTROS MONTES... POR DIEGO " PARRA "


En los montes de Alcalá, los Barrios, la Almoraima y Jimena nuestros tatarabuelos, bisabuelos y abuelos, tenían como laboratorios, en el invierno la cueva, el morisco o la choza, y en el verano, durante el día, la sombra de los árboles para echar el cigarrillo o echarse la siesta, por la noche, dormían protegiéndose del sereno con las mismas ramas y  hojas que le daban sombra durante el día.

En ésos laboratorios tan rudimentarios, nuestros antepasados descubrían lo que la naturaleza les estaba pidiendo,  para que ellos la ayudaran, al tiempo que ella les devolvía con creces la ayuda que ellos le prestaban.


La ayuda de ellos hacia la naturaleza era, rozar los montes, (rozo), limpiar de ramas superfluas los chaparros y quejigos, (limpia), cortar los chaparros y quejigos caducos, lo cual permitía que la arboleda joven y sana pudiera desarrollarse, cortar de ésta arboleda joven los ejemplares mas “endebles” (entresaca), arrancar las cepas de brezo, muy especialmente las de los brezos viejos (escuaje o descuaje).

Gracias a ésta ayuda la naturaleza les regalaba una excelente leche de cabra, un extraordinario queso, una carne excelente de: cabritos, terneros, cerdos, pavos y gallinas, caza de conejos, perdices, algún que otro corzo o jabalí.

Además con el rozo, la limpia, la entresaca y los descuajes tenían, la leña, el carbón y la broza suficiente para guisar, calentarse y preparar cualquier cosa que necesitasen caliente.

Con los conocimientos adquiridos en esos rudimentarios laboratorios, hoy, los tataranietos, bisnietos y nietos de aquéllos científicos analfabetos, todavía podemos contemplar: mogeas de chaparros, quejigales y algún que otro quejiguetal.

Con los conocimientos adquiridos por los nuevos, protectores de la naturaleza, expertos en medio ambiente y ecologistas en sus laboratorios entre paredes de hormigón, (despreciando cuanto nuestros antepasados habían descubierto), ¿conocerán los tataranietos de nuestros abuelos algún chaparral o quejigal,? o solo conocerán herrizas donde sus bisabuelos les dirán con lágrimas en los ojos, mira ahí había una hermosa mogea de chaparros, allí había un quejigal y, mira en el herrizón que se ha convertido gracias en parte a los conocimientos que adquirieron dentro de los laboratorios de hormigón vuestros abuelos.


  Diego “Parra”

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